Segunda ParteJorge Salvatierra Dos años viviendo en la Ciudad de México, he conocido algunos buenos amigos, y algunas personas de las cuales prefiero no quiero recordar. Hace una semana me mandaron una carta. Una vieja amiga. María. Hace unos meses se fue a vivir a Sonora. Lejos de esta contaminación. A un pequeño pueblo que dice esta en medio del desierto. -El sol inmenso que te deviene en un estúpido después de unos días estando debajo de él.- Escribía después de poner las palabras –jajaja-. María me dice tantas cosas, que no entiendo la mitad. Aunque a decir verdad tantas palabras tan coloquiales nunca me dejaron de excitar. No dejo de pensar en las piernas de esta mujer. En su espalda desnuda. En las pocas veces que camínanos juntos rodeados de tantas personas. Una vez la invite a salir. No conocía mucho la ciudad y al final ella fue la que me dijo a donde fuéramos. No paso nada, me puse demasiado nervioso, y solo logre ser un buen amigo. Creo que eso me dolía más. Una semana después empecé a masturbarme pensando en ella. Alguna vez me regalo un libro y solía masturbarme tocando el libro. Un día lo quise leer y era divertido, pero por alguna razón ya no me motivo a seguir masturbándome mientras sabia de que trataba lo que había adentro. Algo mal tenía en la cabeza este señor W. Burroughs. Un día regresaba del trabajo, y tenía la carta en la mesa. Dos semanas sin poder contestarle algo. El simple hecho de escribirle me ponía nervioso. Al final de la carta me invitaba a pasar unos días en Sonora. Me agradaba la idea. Normalmente mientras lo pensaba tenía una erección. Esa noche me masturbe leyendo la carta. Cuando me corría sentía que mi semen caía en su cuerpo. Me agradaba pensar en el contraste de mi semen blanco, con su espalda morena y limpia.
El fin de semana me despedí de dos amigos, y renuncie a mi trabajo en la librería. Tomé el autobús a Hermosillo en la noche. Empezaba a sentir el calor de esta ciudad. En la central de autobuses tomé otro autobús al pueblo donde vivía María. No tenía dirección ni teléfono para encontrarla. Solo le había dicho a un amigo que si ella le hablaba a la Ciudad de México, le dijera que fui a buscarla. Unas horas después llegué a Nogales y me di cuenta que no, esto no era un pueblo. O no era un pueblo así como ella lo describía. Camine un poco con la mochila llena de ropa sucia que traía en la espalda, y me pareció inútil seguir. Hablé por teléfono a México, y me dijeron que María había hablado, un ataque más de impulsividad. Ahora estaba en Ojinaga. Cuando le explicaron que yo había ido a Sonora a buscarla aparentemente estaba apenada. Pero que era mi culpa por no haberle dicho.
Otro día más en camión, en la estación de autobuses no tenían idea donde estaba esa ciudad. Al final un señor me dijo que había una que también era frontera, sin que dijera más compre un boleto y me fui. En el camino volví a llamar a México y me dieron el número de teléfono de María. Apenas llegué y le marqué. Llegó con un tipo alto. Me lo presento. Decía que era su novio. Pocas veces me sentí tan absurdo como en ese momento.
El tipo tenía un carro nuevo. Y me estaba enseñando la ciudad. Como si hubiera algo interesante que conocer. María me decía que me podía quedar a dormir en su casa por un tiempo. El tipo se llamaba Ismael, (según entendí) me preguntó qué cuanto tiempo pensaba durar en la ciudad. Fui tajante con mi respuesta. –No sé, ya no me queda dinero para volver a la ciudad de México. Voy a tener que buscar un trabajo en esta ciudad- Le respondí. Todos nos quedamos callados.
Me quede a dormir en casa de María y casi no hablamos. Al día siguiente me dijo que había hablado con Ismael y que faltaban maestros en su primaria. Pero que solo me daba el trabajo si hacia todo el ciclo escolar. –Cuanto tiempo piensas durar en esta ciudad- Le pregunté a María. No me respondió.
Fui a la escuela para ver lo del trabajo. Vi a Ismael y le pregunté por el director. Me dijo que era él. Me preguntó sobre mi experiencia dando clases. Solo tenía experiencia en clases privadas de español cuando vivía en Chile. Me estrechó la mano y me sonrió. Me dijo que estaba contratado. Creo que no entendí muy bien.
Era octubre y ya habían comenzado las clases. Tenía que cubrir el puesto de un profesor que por alguna razón estaba discapacitado. María decía que ese profesor era alcohólico y con eso era suficiente para estar discapacitado. Ismael decía que si así fuera toda la ciudad estaría discapacitada.
El primer día de clases Ismael me presentó en la clase. Niños de 7 años en su mayoría. Les explicó que yo era chileno. Creo que los niños no entendieron muy bien la idea. Durante las siguientes semanas me seguían preguntado qué en que parte del sur de México estaba Chile. Uno de ellos seguía insistiendo que él era de Yucatán, y que nunca había escuchado de esa ciudad.
Necesitaba hablar con María. Extrañaba hablar con ella. Necesitaba verla más tiempo. Después de dos semanas me insinuó que debería de buscar un lugar para vivir. Yo cambiaba de tema. No tenía en mente moverme de este lugar. Después de todo solo estaba aquí para verla, y ella lo sabía.
Me levante un jueves para ir a trabajar, y estaba más cansado que de costumbre. No me había dado cuenta y ya tenía unas semanas sin masturbarme. Las clases comenzaron y todo iba normal. Unas horas después vi que María llegaba a la escuela. Vestía una minifalda. Sentí que volteaba a ver hacia el salón donde yo me encontraba. Titubeé y la saludé, era evidente que ella no me había visto.
Sentía que estaba sudando. No aguantaba más. Empezaba a tener una erección en medio de la clase. Salí rápido del salón y me dirigía hacia ella. La veía lejos, de espaldas a mí. La quería abrazar, le quería arrancar la minifalda, y penetrarla ahí mismo. En la plaza cívica de la escuela. Los niños gritando. Los profesores anonadados. El pendejo de Ismael corriendo de vergüenza alejándose, o tal vez acercándose para darme de golpes, y matarme allí mismo. No pude llegar con ella. No la pude ni saludar. Fui al baño de maestros y me masturbé.
Ese día no pude volver a clases. Me fui caminando en línea recta. En menos de 20 minutos ya estaba fuera de la ciudad. Me regrese a casa de María y hable por teléfono a Ismael. Le dije que me disculpara, que me sentía muy mal, y simplemente me salí de la escuela. Me dijo que ya se había dado cuenta. Me tome el resto del día leyendo un montón de periódicos que estaban tirados en el suelo de la casa. Por un momento pensé que eran periódicos sensacionalistas pero aparentemente no lo eran. Esos eran los periódicos serios y objetivos. Unas horas después María llego a comer y platicamos de eso. Por primera vez hablamos en las semanas que tenía en este lugar. Al final le dije que solo quería estar con ella. Tenía mucho tiempo buscándola, aunque solo fuera espiritualmente. No sé qué significaba eso. Pero ella sonrió. Me dijo que estaba un poco perdido. Me faltaban más horas bajo el sol –Con eso te vas a olvidar de todo Jorge-.
No sé que he venido a hacer aquí. No entiendo qué pasa con la gente en estos lugares. Es fácil decir que es el sol. No es el sol. Tampoco es el alcohol. Aunque realmente se pasen todo el día tomando. Que puto subconsciente colectivo. Soy yo. Definitivamente. Quién más puede ser. Es el hecho de que me masturbé en la escuela. Algo está mal.
Hora de experimentar un poco. Sabía que eran niños de siete años, pero creo que la oportunidad era única. Fui a la biblioteca de la ciudad y la encontré casi vacía. No había libros. En fin. Me puse a dibujar un mapa de México y otro de Chile. Me disponía a dibujar la cara de todos los personajes, escritores, músicos, actores. Todo lo que me parecía interesante. Al final solo dibujé una cara. Y creo que no era la mejor imagen que se podía tener de Nietzche. Parecía demasiado amable mi dibujo. Como si este prusiano estuviera pidiendo perdón por algo. Mejor lo olvide. Y solo me lleve el mapa de México.
Creo que en lo que tenia dando clases solo yo hablaba. Y no me había fijado en mi clase. Los quería criticar, como si ellos tuvieran la culpa de lo que pasaba aquí. Les preguntaba muy seguido que les gustaría hacer. Les quería enseñar más cosas del mundo. Opciones. Un día un niño me dijo que quería ser traficante. Menuda mierda se carga esta sociedad, pensé. Yo de niño quería ser superhéroe. Me hacia pipi cuando dormía. En ningún momento me pasaba por la cabeza que demonios era una droga. Las semanas siguientes hable como un verdadero orador. Decía palabras demasiado rebuscadas que ni yo entendía. Quería que ellos tuvieran una impresión de mí. Pero también los criticaba, los ponía a dudar sobre lo que pensaban. –Disertación, Disertación- gritaba. Un día cometí el error de hablar de las camionetas grandes. De las armas. De cómo hacia dinero tanta gente en esta ciudad. Para los niños todo esto estaba bien. Sus papas, tíos, familiares, vivían de esto. Y ellos eran personas buenas. Al final yo que podía decir de todo esto. En qué posición estaba para decir y decidir, lo correcto de estas profesiones.
El día siguiente Ismael me detuvo antes de entrar a la escuela. Me dijo que algunos padres de los niños querían hablar conmigo. –Te cagaste Jorge, eso no se discute con niños de siete años. -Entonces con quien lo voy a discutir- Le respondí. –Pues mira, ahora tienes con quien discutirlo. Esta lleno el salón de papas esperándote- Me lo decía señalando. Duré unos minutos hablando razonadamente con los papas. La hora y media restante fueron gritos y reclamos. Al final tenía más de 10 padres que me habían insultado de alguna manera. Dos que me iban a acusar ante el gobierno para que me expulsaran del país. Y uno que me amenazó de muerte. El famoso Román. El que tenía una rata en donde va el bigote. –Como chingados le enseñas estas pendejadas a esta bola de mozalbetes- Así me lo dijo cuando fue su oportunidad de hablar. Aguante la risa. Y eso fue lo peor para él.
Ismael los tranquilizó. Me sacó de la escuela. Me dijo que no había problema, él me pagaba el boleto de avión a Chile. Le dije que yo no quería ir a Chile. Dijo que me tenía que ir de la ciudad. Me parecía exagerada su reacción. Fuimos a casa de María. Ismael le platico lo de Román. Y María también se asusto. Les dije que él no era el dueño del pueblo. Ismael me corrigió -Es ciudad y no pueblo-. Unas horas después estaba arriba de un camión con destino a la ciudad de México. Me pareció exagerado todo esto. Tal vez era la manera más fácil de librarse de mí.
Muchos años después estaba en un café de la ciudad de México con un viejo amigo. Hablaba del trabajo de un reportero, amigo suyo. Estaba haciendo una investigación sobre el narcotráfico en el país. Y del éxito que había tenido el gobierno para terminar con la violencia y con los principales traficantes. Decía que había muchas cosas raras en todo esto. Parecía que estaban ocultando demasiada información. Incluso más de la que el gobierno tenía poder para ocultar. Le comenté que yo había vivido en la frontera por algunos meses. Y que por culpa de uno de ellos me había tenido que salir de esa ciudad. -Te lo voy a presentar. Puede que le guste tu historia- me dijo.
MUERTEJulio
Mi tío mandó a mi hermano a estudiar al otro lado. Lo quería mandar lejos. Sirve que mueve los negocios y aprende cosas fuera de aquí- Decía creyendo que las cosas eran así de fácil. Yo no, yo me quedo. Yo tengo que aprender más. Yo tengo que empezar a conocer a la gente. A veces demasiada gente. No tengo ni idea de que me sirve toda esta gente.
Septiembre
Otra vez parecen tiempos difíciles para Román. Nada más empieza a gritarle a todo el mundo, a pensar que es dueño de todo lo que está aquí. Cree saber todo lo que piensa la gente. Lo escucho seguido cuando grita en la madrugada, mientras duerme. Cree que todos le tienen miedo, siendo que es él quien le tiene miedo a todos.
Octubre
Hoy todos los trabajadores se fueron a dormir a sus casas, Solo se queda Arturo, el chofer. Estamos en la cocina, cenando lo primero que vemos. Le pregunto por Román. Me dice que ha de andar en su oficina. Le digo que me parece que son puras chingaderas lo que están haciendo.
Y tú, qué harías? - me pregunta. Me quedo pensado –Que me propones-.
Los dos nos quedamos en silencio. Saca su pistola y la pone en la mesa. Te voy a soliviantar- Me dice mientras se ríe. Me parece irritable lo que dice. En parte porque no lo entiendo. Me voy a la oficina de Román. Lo encuentro inconsciente en medio de pastillas y cocaína. Muchos papeles blancos. Le pongo la pistola en la nuca.
Noviembre
No pude dormir, no me di cuenta que ya es día primero. Esta amaneciendo. Otro día de muertos. Salgo a caminar. Hay algo de raro en el ambiente. Volteo abajo y veo unos huesos. Parecen de un animal pequeño, un perro. Con las balas que me quedan disparo al cráneo. No me doy cuenta que estoy gritando.