Empieza a amanecer, los dos se voltean a ver a los ojos, el esta encima del ombligo de ella con la cara exhausta, llevan la noche entera tratando de comunicarse, tratando de derribar esos muros de concreto que tienen formas de vaginas, y caderas y penes y semen, demasiado semen. Están agotados de llegar a ese punto extraño que solo llega por momentos tan cortos, tan efímeros. El mueve sus labios para decirle algo, pero no sale sonido alguno de su boca, se levanta y saca una caja de su closet, la tiene llena de hilos y agujas. La pone en la cama, justo al lado de sus pies, ella no dice nada, y cierra los ojos. Con el hilo negro empieza a coser su pierna con la de ella, gotea sangre lentamente en las sabanas.
Son las tres de la tarde, están sentados en un parque lleno de niños, ella los besa fuertemente pero el no responde, la voltea a ver con una cara de inquietud, ella toma su rostro con las manos y lo acerca para besarlo, entre sus dedos saca un alfiler muy largo, lo empieza a incrustar por su labio superior hasta que lo atraviesa y llega a la lengua, el sigue el juego y le ayuda hasta que logran juntar sus lenguas con el alfiler, ella esta totalmente excitada, el desatora su lengua y se va, siente que algo no esta bien, ella se queda sentada y mira como se retira, desearía gritarle para que vuelva, pero se queda callada.
Tres días después llega a media noche, totalmente deshecho, le grita, le dice que se esta pudriendo sin ella, tiene una infección enorme en su boca, no se a querido curar la herida, esta llena de pus, ella lo abraza y lo lleva a la cama, el le dice tantas cosas que nunca le había dicho, ella le lame su pus, el le dice que quiere vivir dentro de ella, y se pone a coser su pene con la vagina de ella.