1942, estamos a la mitad de la puta guerra, sentados entre los restos de una ciudad, de la que ni siquiera se su nombre, esperando, viendo como pasa nuestra vida, regalándosela al primer tipo que me vuele los sesos.
Que pinche daño le había hecho yo a alguien, como para que me quisiera matar. Los alemanes nunca me cayeron mal, nunca tuve un verdadero sentimiento de repulsión por ellos, cuando menos eran sinceros, querían dominar el mundo, nosotros somos sinvergüenzas, no lo decimos en voz alta. El día sigue y no hay comida cerca, tengo días sin dormir.
Se escucha un estruendo y corro a esconderme; cerca cae una bomba y me ocurre lo mismo de siempre; Como chingados puedo correr para salvarme la vida, si tengo una puta erección?.
Me pongo detrás de una columna y veo la sangre que sale de mi pie, las balas llegan de todos lados, veo como mis compañeros se vuelven locos, sus vidas han dejado de importarles, el futuro y la prosperidad ya no es algo que existan en nuestros sueños, el volver a casa ya no es una opción.
Veo como uno de nuestros soldados le vuela la tapa del cráneo a nuestro comandante, no me impresiona, ya casi nada me interesa, solo soy un pobre extranjero en esta puta guerra.
Mi pene deja de estar erecto, y me muevo como puedo, es difícil hacerlo cuando dejas de sentir una pierna, disparo a todos lados, ya no me interesa matar a nadie; vuelve a caer otra bomba, otra vez tengo una erección; Que demonios, este puede ser el final de mi vida, suelto la metralleta y me paro avanzando hacia ellos, me masturbo, los alemanes me ven, y dejo de ser un blanco para ellos.